domingo, 10 de julio de 2011

ATRAPADAS POR GUSTO

Acabo de volver de un outdoor que forma parte de un curso de Liderazgo que llevo unos meses realizando y con el que intento desarrollar al máximo mis capacidades.

Aunque el desarrollo personal parece no estar ubicado en el desarrollo físico, la postura y el cuerpo muchas veces no te permiten desarrollarte a nivel sensoria todo lo que sería deseable y esta es una parte en la que la biodanza hace un especial incapie, al pedirnos que nos movamos y adoptemos, conscientemente, posturas y formas de roles específicos.

Cualquier puede entender que sentada en mi silla de ruedas o fuera de ella sobre el "duro" suelo, mi rol sería el de una tierra firme, inamovilble, bien enraizada. Es claro que mis posibiliades de ser aire o agua que flirtea con las situaciones o huye de ellas, físicamente están muy limitadas y qué decir de un fuego poderoso que atravisa los obstacúlos hasta llegar a su objetivo y una vez alcanzado este salta al siguiente sin tener núnca suficiente espacio que recorrer.

Sin embargo, y a pesar de no poder ser físicamente más que una firme tierra, mi sentir va siempre por otros derroteros. Soy un aire que escapa por cualquier hueco abierto, que se evade de la realidad y que todo lo ve como lo diáfano del ser. De ahí el título de este blog.

En estos momentos necesito dejarme sentir y ser agua que empapa, que se disuelve con el entorno, que aporta y moja con su enfoque, que se deja fluir y siente su humedad más profunda.

En muchos momentos de mi vida, antes de la lesión, fui un fuego arrollador al que nada le paraba y que contagiaba el movimiento por simple atracción de gravedades cercanas. Hacia que todo a mi alrededor girara y fluyera como un centro solar. Mi ego era un SOL brillante que todo lo movia. Hoy estoy muy cansada para ello, pero hay momentos en que aun desde la "inmovilidad" de mi silla, me convierto en fuego y arraso la superficie que me rodea, igual no llego muy lejos pero creedme si os digo que a nivel celular todo lo que está cerca de mí se ve empujado por la fuerza de mi tsunami.

Os preguntareis a qué viene esta reflexión, y es que acabo de leer una noticia sobre una niña de 15 años que prefiere morir a tener que vivir sin su burka. Por supuesto, yo tampoco querría vivir sin mi silla de ruedas, pero no creo que nadie que no tenga una imposibilidad física para desplazarse desé atarse a una y convertirse en usa tierra perpetua.