jueves, 15 de octubre de 2009

LOS TACONES

Esta entrada comenzó como una respuesta a otra del blog de una "amiga" que conocí personalmente hace nada y que pese a tener una afección bastante diferente a la mía parece que llevemos vidas paralelas. 


En su entrada, ella hablaba sobre lo dificil que es permanecer en pie y de lo mucho más dificil que es hacer entender a la gente lo que te cuesta mantenerte.


Para ello, y aunque camines necesitas "excederte" en el uso de tu vida cotidiana lo menos posible. 

Me explico con un ejemplo.





A mí me gustan los tacones, diría más, soy una fetichista del calzado, cosa que comparto con otros medulares, pero de esto ya hablaré en otro post.


Tengo zapatos, zapatitos, sandalias, zapatillas, playeras, botas, botines, merceditas, etc... dime un calzado que exista y yo te enseñaré que en mi armario, o en uno de mis zapatero (tengo varios repartidos por toda la casa) tengo varios modelos diferentes y no sólo por los colores.


Me apasionan y cuando voy a una reunión de trabajo o sé que alguien va a venir a mi oficina, me preparo un poquito y me planto unos preciosos tacones.


Eso sí justo en la puerta de casa, a veces pienso en ponermelos en la del portal.


Esto es algo que cualquier mujer de 35 años suele hacer.


Yo lo hago, cada vez más, en raras ocasiones.


Y en esas ocasiones, me aseguro que voy a poder ir enlazando varios transportes, publicos o privados, para caminar lo mínimo e imprescindible, es decir entre 20 y 100 metros.


Para que yo pueda lucir, igual que cualquier otra mujer de 35 años que tiene una reunión de trabajo o una comida con amigos o colegas profesionales, necesito que algunas de las plazas reservadas en el transporte público a personas con movilidad reducida esté NO OCUPADA por una persona sin discapacidad.


Algunos me dicen, NO USES TACONES, y así podrás caminar más. Sí pero incluso sin tacones no puedo ir de pies en un transporte público.


Además avanzar hacia la normalización debe significar que yo PUEDA hacer las mismas cosas que el resto del mundo sin que ello me genere, en ningun caso, la perdida de mis derechos.


En lo de los ascensores, más de lo mismo, yo como estoy de pie, me tengo que aguantar con empujones en mi debil y dolorosa al tacto, incluso al de la ropa, columna y hasta con que me impidan el acceso al mismo, por los talibanes de la discriminación positiva; pero ellos si bajan en el ascensor, por que él y su esposa llevan al niño en la sillita y no pueden bajar por las escaleras.


Ja!, que el niño ha de ir acompañado de dos adultos, uno no puede ir por las escalera mecánicas.

¡Ayyyyy! pobres familias monoparentales que núnca podrán usar el ascensor del metro ya que con un solo adulto no es suficiente.

Y  ya estoy empezando a pensar seriamente lo de llevar un cartelito con la txartela azul colgado del cuello a ver si así dejan de ponerme zancadillas.

Algunos días, envidio la capacidad de mi amigo, que tiene una discapacidad visual, que me ayuda a subir la primera  al autobus con su inseparable baston blanco plegable y que arrea bastonazos a diestro y siniestro a tod@ aquel que osa adelantarnos en la cola.

Yo cuando llevo muletas no las puedo lanzar al aire para soltar mandobles pues las necesito para apoyarme. Bueno por lo menos a mí, por llevar muletas, aún no me han pedido el cupón como le ocurrió en varias ocasiones a una compañera. Estamos invadidos y ocultados a la sociedad tras los esterotipos.

Estoy pensando en reactivar este blog e ir desgrando día a día todas estas anecdotas cotidianas que surgen como lechugas en el huerto del facebook. 



No sé, comentarme qué os parece y si os gusta la idea, intentaremos ir dando formas a las "anecdotas" propias y ajenas, que ahora con la Asociación BIZKEL, casi podríamos sacar fascículos coleccionables.


Un saludo a todos y contestad (Ayyyy! esta es la frase de mi vida cotidina).

4 comentarios:

luisa maria sanchez roca dijo...

Me llamo Luisa Maria, voy en silla de ruedas. Estoy cansada de escuchar "no a las barreras arquitectónicas", pero cada vez me resulta más dificil poder salir de casa.
Tengo la tarjeta de Minúsvalida, que me permite estacionar mi coche en las zonas habilitadas para minusválidos. Pués siempre hay coches aparcados que no llevan la tarjeta, estacionados, en los pocos lugares que tenemos los minusválidos.
Dias atrás, mi hija se enfado con el señor que habia estacionado sin ser minusválido. El señor, muy groseramente le dijo, que estaba esperando a su madre que estaba en el medico, cuando aparece una señora, que era su mujer, que venia , bien, andando , con una alegria y vitalidad sorprendente. En ese momento, mi hija se dirige de nuevo al señor, y le pregunta: ¿es esta señora su madre?, no veo la discapacidad en ella por ningún sitio. El señor, se rió, y marchó.
Mi hija tomo el número de la matrícula, y fuimos a denunciarlo,..... no nos hicieron caso.
¡Cómo puede haber personas asi en esta vida¡
Increíble pero cierto.
Los minusválidos, somos seres humanos, con sentimientos, no somos unos objetos, solemos tener unos valores muy distintos al resto de las personas que gozan de salud, pero queremos poder vivir con dignidad, y poder acceder a todos los lugares públicos, donde aún no se han enterado que ¡no a las barreras arquitectónicas¡

Anónimo dijo...

Yo lo cierto es que suelo frecuentar estos espacios, me estoy refiriendo a los de ámbito político o de opinión por razones profesionales, pero en muy raras ocasiones hago aportaciones, reflexiones que a veces no son políticamente correctas, y generan debate lo que valoro como positivo.

Yo afortunadamente no sufro una discapacidad, pero como no podría ser de otro modo, tengo un gran respeto por el colectivo, que se merecen todo el apoyo social. Pero puedo hablar de puntuales experiencias porque sufro entre tres y cuatro episodios de lumbago al año, que me dejan una semana en la cama y entre quince y veinte días de recuperación, cualquiera puede entender que no es comparable con las dolencias de las que se hablan, pero a mi me sirven de experiencia para ponerme en el “lugar del otro”, es obvio que durante esos días no puedo hacer muchas cosas que me gustan y hay otras como montar con mis hijos pequeños en bicicleta que directamente no podré hacer nunca.

Lo de los “Zapatos” me parece una frivolidad, quizás todos deberíamos pensar en nuestros problemas con un poco más de perspectiva, que sucedería si con el mismo padecimiento fuéramos por ejemplo ciudadanos de Kenia o de Somalia, con un sistema sanitario pobre o directamente inexistente, no nos preocuparían los zapatos ni los espacios en el autobús ni estaríamos perdiendo diez minutos de nuestra vida para hablar sobre ello en un Bloc, nuestras prioridades serían otras.

Por tanto, en función de las circunstancias de cada uno, seamos felices y valoremos lo que tenemos, seguro que hay un abanico amplio de zapatos sin tacón muy bonitos.

Lo dicho no escusa a los insolidarios que usan espacios públicos para discapacitados, esos no tienen ni educación ni sentido del civismo. Ni es excluyente con ser reivindicativos con otros aspectos que yo valoraría de más interés, como la lucha contra las barreras arquitectónicas por poner un ejemplo.

Un Beso a tod@s.


Fidel

gema dijo...

Gracias por este articulo que nos deja las cosas tan claritas, no solo en el tema de vuetra discapacidad, sin de otras muchas como son con las que yo trabajo, VIH/SIDA todos los dias que aunque parezca tan distisntan son tan igules en el tema cumplimientos de derechos humanos en los colectivos con discapacidad.
De nuevo enora buena.

un Beso Gema

Psiko dijo...

Hola :)


Encontré este documento en Word donde hay unos enlaces que puede que te interesen.

No he encontrado muco más

Un abrazo

Documento en Word sobre Patxi Salbide